La bendición de los campos

 


“¡Detente tiempo, detente!
que el río quiere estar,
para que vuelva a echar,
a sus aguas las redes.
Bendícenos tú que puedes,
y a esos campos que te dan,
ese olor de azahar,
cuando te tienen de frente”.

 

Junto al Sermón de Pasión, un rito habitual en las cofradías de Jesús Nazareno, es la bendición de la imagen del Señor, mantenida en pocos lugares de nuestro entorno pero que Cantillana, aunque desprovista de parte de su significado, ha sabido conservar.

Nuestro Padre Jesús ha tenido una especial vinculación con el gremio de pescadores y barqueros del río, y también con la gente del campo, cada año desde tiempo inmemorial, la imagen es llevada a un espacio singular del pueblo como es el “Palacio”, lugar emblemático en el contexto de la historia local y desde el que se divisa la Vega del Guadalquivir y la inmensidad de la campiña hasta perderse en el horizonte con Carmona, Sevilla y la cornisa del Aljarafe. Hasta 1950 aproximadamente a los pies del barranco discurría el Guadalquivir, por lo que la bendición a los campos se extendía también al río, fuente de sustento de los pescadores.

Allí, mientras amanece el Viernes Santo, el paso es vuelto hacia el campo y con su bendición, los agricultores esperan una buena cosecha, la evocadora escena se ha convertido en uno de los momentos más bellos de la Semana Santa. En casi todos los pueblos, el final del Sermón lo constituía la bendición de la imagen del Nazareno al pueblo, para ello las imágenes disponían del brazo derecho articulado. La bendición se repetía luego en un lugar alto del pueblo para bendecir los campos, o incluso a los presos, como es posible que también ocurriera en Cantillana dada la vinculación existente con la cárcel.

El rito de la bendición comienza con una monición breve y una oración en la que el sacerdote en nombre del pueblo invoca al Señor para que bendiga los campos, el rio, las cosechas…  y antes de la bendición el pueblo canta el Santo Dios, el canto penitencial cuya música cantillanera inspiró a Blas Infantes para la música del Himno de Andalucía. El canto que cantaba la gente del campo, cobra aquí un enorme sentido. El canto de arrepentimiento suena mientras que de fondo se divisa las tierras de la vega, las viñas y la campiña, tras el Santo Dios, Jesús Nazareno bendice los campos a la vez que en el horizonte se vislumbra el comienzo del nuevo día.

Para conmemorar este hecho, el Viernes Santo de 2003 se bendijo un humilladero rematado en una artística cruz de forja, con azulejos de la imagen del Señor e inscripción alusiva al rito de la bendición.