El punto culminante
de la devoción a Nuestro Padre Jesús Nazareno es la madrugada del Viernes
Santo, con la Estación de Penitencia de la Cofradía. Desde el siglo XVII, Jesús
ha recorrido cada madrugada del Viernes Santo las calles de Cantillana. El
primer documento que de ello nos habla es la referencia que de la Hermandad se
hace en la visita de 1730: “vna prosesión
de penitencia con sermón de pasión el Viernes Santo por la mañana”. En ella
ya nos indica la franja horaria de la procesión y dos datos transcendentales
para la hermandad: la realización del antiquísimo Sermón de Pasión, “vulgo de
Jesús”, y la participación de penitentes o nazarenos, práctica esta última
desaparecida en el siglo XIX y recuperada felizmente en el 2019.
Las tres de la madrugada es la hora en que la tradición dice que tuvo lugar el prendimiento de Jesús, en contraposición de las tres de la tarde en que expiró. Por ello, marcando una ancestral tradición, es a las tres horas solares del Viernes Santo cuando Nuestro Padre Jesús asomaba a las puertas de San Bartolomé para iniciar la procesión. Esta hora a partir de los años 70 se fue retrasando paulatinamente hasta las cinco y media en que empieza actualmente la estación de penitencia.
Los nazarenos que
acompañan a Nuestro Padre Jesús visten túnica morada de cola y cíngulo dorado,
abriendo la procesión va el clásico muñidor tañendo la antigua esquila de plata
del siglo XVII que posee la hermandad y ante la cruz de guía se sitúan también los
“demandantes” o “pediores”, de cuya existencia tenemos constancia documental ya en
1730, conservándose una antigua taza petitoria de 1739 hoy en desuso; estos
durante todo el recorrido piden limosna para sufragar la procesión. En el
cortejo se incorpora también la representación de la Santa Mujer Verónica
portando el lienzo con la Santa Faz de Cristo. Detrás del paso se sitúan numerosas personas cumpliendo promesas, algunas portando cera encendida o incluso
descalzas. Hasta el año 1983, el Señor procesionaba sin acompañamiento musical,
aunque ya a partir de 1960, la Banda de Música Nuestra Señora de la Soledad que
acompañaba a la Virgen del Consuelo interpretaba a la salida del Señor el himno
nacional y la marcha Jesús de las Penas de Pantión, propiciando una estampa
clásica de la salida. A partir de 1983 una Banda de Cornetas y Tambores o
Agrupación Musical lo acompaña durante todo el recorrido la procesión, como
ocurre actualmente.
Hasta el año 2001,
una vez que Nuestro Padre Jesús llegaba a la cruz de la calle San Bartolomé, se
volvía y se producía la representación del encuentro con su madre acaecido en
la Vía Dolorosa, participando en este la Virgen del Consuelo en su paso de
palio. Era un momento que algunos saeteros aprovechaban para cantar saetas.
La procesión se
dirige hasta la calle de la cárcel. Hasta el triste derribo del edificio de la
cárcel, existía una ventana y cuando el Señor llegaba a la misma, los presos se
asomaban para rezarle o cantarle saetas, por ello allí efectuaba una parada de
rigor, e incluso en tiempos, según testimonios orales, se ponía en libertad a un preso.
La siguiente parada
la hacía como en la actualidad en el Palacio para bendecir los campos y
finalmente entraba en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, donde se
realiza el Sermón de Jesús tras hacer estación ante el Santísimo Sacramento en
el Monumento. Tras un breve descanso, continúa la procesión y baja hasta la
Plaza del Llano, donde sobre las doce de la mañana; se produce la
entrada en San Bartolomé rodeado de un ambiente popular y el canto de algunas
saetas.
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La Cruz de cerrajería de la calle San Bartolomé que señala el lugar donde comenzaba la ceremonia del encuentro. |